Etimológicamente la palabra “DEPORTE” proviene del latín
deportare (trasladar, liberar la mente). Así podemos decir que desde
su origen éste fue concebido como una actividad sublimatoria, de
descarga de la agresividad y de los instintos que la sociedad reprime
y que podrían exteriorizarse de otra forma en patologías corporales
varias. Esta visión originaria del deporte aunque nos pueda parecer
algo anacrónico, lo podemos observar todavía en la actualidad;
solamente tenemos que fijarnos en el ritmo de vida de la sociedad
occidental, en el tipo de trabajos que realizamos y sobre todo al
ritmo en que los realizamos.
Es frecuente encontrarnos entre los perfiles de muchos runners, por
ejemplo, personas que ejercen profesiones expuestas a un alto nivel
de estrés y que encuentran en el deporte esa vía de escape. El
deporte se convierte de esa forma en “adictivo” ya que nos
proporciona el placer de “escapar” de todo aquello que nos
perturba durante nuestra vida rutinaria.
No obstante, en las situaciones de competición, nos volvemos a
exponer a una situación estresante, de manera que volvemos a abrir
la “caja de los truenos” arrastrando con nosotros todo aquello de
lo que pretendemos deshacernos con la práctica deportiva. Entonces
nos pasa que justamente, en la competición, o en la final, es cuando
aparecen los bloqueos, los fallos, las lesiones, caídas…que
durante los entrenamientos no aparecían. Ya que entrenando huimos de
todo estrés y cuando competimos atraemos, por decirlo de alguna
manera, a todo aquello de lo que estábamos huyendo.
La Psicología deportiva, proporciona al deportista técnicas para
deshacerse de todo eso, identificarlo y controlarlo. A aumentar su
rendimiento físico y mental, aprender a relajarse, a visualizar, a
establecer metas (planificación), evaluar errores, controlar
aspectos físicos (frecuencia cardíaca, respiración, y aspectos
mentales como los pensamientos negativos, etc. Ya que como muchos
deportistas de élite y cada vez más los aficionados se han dado
cuenta, la parte mental constituye el 50% de la influencia sobre el
rendimiento final.
Le ayuda también a sumergirse en su propia psique para que pueda
preguntarse y llegar a responder a preguntas más profundas como:
¿por qué corro? (en el caso del runnig) ¿qué me proporciona mi
deporte?¿qué estoy buscando? o ¿de qué estoy huyendo? De
manera que si conseguimos identificar los estresantes y elaborarlos,
podremos llegar más libres de carga a la competición y rendir más
con el añadido de conocernos un poco más a nosotros mismos
promoviendo el crecimiento personal, hecho que ayudará a mejorar
otros ámbitos de la vida que quizás se ven afectados también por
todo aquello que nos “persigue” en forma de ansiedad, temor o
estrés.
Cada deportista es un caso personal y único, con unas vivencias y
emocionalidad propias que se deben valorar adecuadamente y de forma
personalizada.
En nuestra clínica estamos acostumbrados a tratar con diferentes
aspectos que emergen derivados de la actividad deportiva como puede
ser el estrés, la predisposición a lesiones, el sobre
entrenamiento, y a trabajar en el entrenamiento de las habilidades
mentales adecuadas para cada reto, meta u objetivo que el deportista
se plantee.
Durante las próximas semanas iremos dando las claves para poder
afrontar entrenamientos, competiciones y retos personales, con la
intención de que podáis descubrir vuestras flaquezas e intentar
dominarlas.
Entrevista a Sabrina Caamaño -Visualiza
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Sabrina Caamaño
Psicóloga Integral y Deportiva
Col.Num 17. 445
Clínica Esportiva Ianes- Barcelona